Cada alumno/a escribe en un papel (de pequeño tamaño) un propósito para el nuevo año que comienza y le pone su nombre. El propósito puede ser de carácter general o personal. El profesor/a junta todos ellos en un montón. A continuación, se van levantando los/las alumnos/as por orden, toman uno de los papeles al azar, leen el propósito y han de adivinar quién es el autor/a. Una vez adivinado o no, el/la que lo ha escrito explicará el porqué lo ha elegido a los demás.
Esta actividad combina varios aspectos importantes. Obliga a que el grupo ponga de manifiesto sus motivaciones o sus objetivos en la vida. El ponerlos en común fomenta el que los componentes del grupo profundicen en el conocimiento interpersonal fomentando así la cohesión grupal. Asimismo, el que el alumnado tenga que enfrentarse al grupo y explicarse implica el uso de la lengua oral, el hablar en público, actividad no siempre muy desarrollada en las clases pero de gran utilidad en la vida.
De la misma manera que en algunos lugares la gente pone sus deseos en un papel en el interior de un muro o en un lugar determinado, para acabar esta actividad y hacer que estos propósitos de alguna manera estén más presentes en la mente de sus creadores, se pueden pegar todos los papeles en algún lugar de la clase y mantenerlos allí, a la vista de todos, algún tiempo y, a final de curso, comprobar en qué medida se han cumplido o no.
Consejo: para evitar que la actividad resulte aburrida estaría bien decir que alumnos y alumnas que el propósito de superar todas las asignaturas y mejorar las notas no es necesario ponerlo porque se da por supuesto que se encuentra en todos ellos/as.
